Editorial: Quienes creemos en la democracia, el valor del voto soberano, la limpieza electoral ante las urnas, no podemos estar impasibles ante el bochorno de un régimen fascista como el de Venezuela apoyado por Cuba, Rusia, China, Corea, Nicaragua, y José Luís Rodríguez Zapatero (ZP). Nicolás Maduro ha demostrado en las previas y en las elecciones del 28 de julio de 2024 en Venezuela que es un dictador, autócrata, déspota, tirano, absolutista, autoritario, opresor. Su desprecio por las urnas es mayúsculo, lo de cada ciudadano un voto se lo ha pasado por la entrepierna. Todos los datos objetivos indican una gran estafa electoral, fraude, engaño, timo, robo, hurto, desfalco, usurpación, trampa, farsa. El despiadado régimen no ha permitido que pudiesen votar más de 3 millones de venezolanos que no residen en su país, pero tienen los mismos derechos electorales que los demás. Se encargó de nombrar a su propio Comité Electoral, no se han podido contabilizar las mesas en su mayoría. De hecho el 30% de las mesas electorales que hay copia de la oposición, reflejan el 69% de los votos para el partido encabezado por Edmundo González Urrutia y por María Corina Machado, y tan solo el 27% para el apoyo a Nicolás Maduro. Todo ello sin poder sumar los millones de venezolanos que no han podido ejercer su derecho al sufragio en su país. No se puede ser tibio con este asunto, si se ponen las urnas y se les pega una patada sin escuchar al votante, es un acto muy grave, gravísimo. Perpetuarse en el poder cuando el pueblo de manera multitudinaria ha dicho lo contrario no tiene ningún perdón ni excusa. De que estamos hablando, justificar eso, rompe todos los puentes de la representatividad legítima.

Si lo que votas no se respeta, esa persona está deslegitimada para seguir en cualquier cargo que pretenda ostentar, al igual que sus cómplices. Todas las fuentes objetivas y de consideración por su rigor, dejan claro que las elecciones en Venezuela han sido un claro “PUCHERAZO”. No son válidas, no está homologadas, nadie en su sano juicio puede darlas por buenas. Nicolás Maduro es un peligroso dictador que no ha dudado en movilizar a 300.000 efectivos del ejército porque sabe cierto que el pueblo no aceptará un engaño tan clamoroso. Los gobiernos del mundo deben poner encima de la mesa las 30.000 actas de los colegios electorales y que se proceda al recuento sin trampas ni manipulación. Los pide el Gobierno Europeo, EEUU, Inglaterra, Francia, varios aliados del propio Maduro, Australia, Canadá, India, Argentina, Brasil, etc. Todos los ojos del mundo miraban a Venezuela, y a Maduro no le ha importado ni un pepino, olvidarse de las urnas, e inventarse un número al azar, el 51%, que según él le garantizan 6 años más de genocidio, porque eso es lo que está ocurriendo en Venezuela a día de hoy, que nadie lo dude. Se trata de la dictadura más grosera y terrorífica del mundo. La población se ha tenido que ir de su patria a la fuerza, por opresión, miedo, riesgo por su vida, hambre, ninguna oportunidad. Millones de familias rotas.

Pese a eso el régimen sigue considerando todo el país una finca particular, un cortijo de unos pocos. Los venezolanos que han votado a Maduro porque creen que es bueno para su país no representan el 10% de la población, un apoyo ridículo camuflado bajo el 51% de un Comité Electoral digitalizado, conducido, apesebrado, a la orden del mando y ordeno. Los líderes de la Oposición venezolana Edmundo González Urrutia y María Corina Machado corren peligro, Maduro no dudará en hacerlos desaparecer, igual que a muchos de sus fieles seguidores. Se ha proclamado la estafa y los dictadores no quieren testigos de sus fechorías, por eso si María Corina es olvidada por el mundo civilizado, cualquier día nos enteraremos que le ha ocurrido una desgracia, como ocurre en la Rusia de Putin, en Corea, Cuba, Nicaragua, China, etc. El autócrata, déspota, tirano, es así, lo lleva en el ADN, carece de corazón, alma, sentimientos, el poder lo emborracha hasta hacerles perder la razón y la realidad. Por eso es importante realizar un recuento limpio y transparente, no por ellos, que nunca atenderán a razones, es por la historia y por el futuro. Se lo debemos a un pueblo que ya no puede soportar más vivir sin comer, sin ninguna expectativa de vida, desterrados. Por Rafael Gabaldón San Miguel.