Cargando desproporcionadamente a voluntarias sin recursos adecuados.
Alegaciones en curso en Manacor sobre el Plan de las Colonias Felinas: presenta incongruencias graves, tanto prácticas como éticas, que lo hacen inviable en la realidad del manejo de gatos ferales
El Plan propone areneros municipales en zonas públicas, pero ignora que los gatos ferales, por instinto territorial, rara vez los usan si no están perfectamente adaptados a su rutina, lo que genera más suciedad
AGENCIA MANACORNOTICIAS 09/12/2025 - 20:36:35
Falta de local para postoperatorios/enfermos: Obliga a custodiar gatos en domicilios particulares sin garantías sanitarias ni legales, exponiendo a voluntarias a riesgos (zoonosis, daños materiales)

Alegaciones en curso en Manacor sobre las colonias felinas: El Plan reconoce formalmente que la responsabilidad sobre las colonias felinas es municipal, pero estructura gran parte de la ejecución diaria sobre personas voluntarias, generando una alta carga para ellas pese a tratarse de una competencia del Ayuntamiento. Qué dice exactamente el Plan sobre responsabilidades?. El documento deja claro que “la responsabilidad de les colònies felines i dels moixos comunitaris recau damunt l’Ajuntament” , independientemente de la forma de ejercer la función de cuidador (voluntarios, directamente u otras fórmulas). También establece que los gatos de las colonias son propiedad del Ayuntamiento, y que los no identificados se consideran animales abandonados bajo protocolos municipales

Esto confirma jurídicamente que no es una “responsabilidad privada” de los cuidadores, sino un servicio público que el Ayuntamiento debe asumir y organizar. Dónde recae el trabajo práctico?. El Plan crea una estructura con responsable municipal, coordinadores de zona y cuidadores, pero las tareas diarias (alimentar, limpiar, control visual, informes anuales, capturas para esterilizaciones) se cargan principalmente sobre los cuidadores autorizados. Reconoce explícitamente la falta de voluntarios, que algunos tienen una “elevada càrrega de treball” y dificultades por gastos e incomprensión vecinal, admitiendo que la situación es desequilibrada.

Esta norma es irreal para colonias ferales, donde los gatos comen en horarios irregulares por su comportamiento nocturno/crepuscular y jerarquías sociales; forzar retiradas genera estrés, peleas y hambre

En la práctica, el modelo es: el Ayuntamiento planifica, coordina y paga parte de gastos, pero el trabajo de campo depende del voluntariado. Qué asume (y qué no) el Ayuntamiento?. El Plan prevé que el Ayuntamiento asuma: coordinación general, censo y registro, planificación de campañas CER, financiación del pienso para colonias autorizadas, asistencia veterinaria (esterilizaciones, tratamientos), retirada de cadáveres y campañas de sensibilización/sanciones. Si no hay cuidador autorizado, el Ayuntamiento “assumirà la funció de cuidador” de esa colonia, garantizando la continuidad.

Sobre el papel, el consistorio no puede desentenderse: si falla el voluntariado, debe intervenir directamente. Elementos problemáticos ética y prácticamente. Normaliza que la estructura se sostenga en voluntariado insuficiente, previniendo campañas para “fomentar el voluntariado” en lugar de recursos municipales propios. Obliga a cuidadores a informes detallados y disponibilidad constante sin garantías laborales, pudiendo revocar autorizaciones por “incumplimiento”, mientras retiene titularidad y responsabilidad final.

Esto crea asimetría: deber jurídico municipal, pero desgaste físico/emocional en voluntarios. Cómo usar este análisis?. Reivindicativamente, alegar que el Plan admite responsabilidad municipal y falta de voluntarios, exigiendo personal propio o contratado (no solo coordinar). Demandar más apoyo efectivo (pienso, material, seguros para voluntarios), simplificación burocrática y calendario para que actúe directamente en colonias sin cuidadores.

Por lo tanto y resumiendo: Las cuidadoras voluntarias tienen razón en que el Plan presenta incongruencias graves, tanto prácticas como éticas, que lo hacen inviable en la realidad del manejo de gatos ferales (Un gato feral es un gato doméstico que ha crecido sin contacto humano o ha perdido su socialización con las personas, por lo que rehúye activamente la presencia humana y vive en estado salvaje, a menudo en colonias. Se diferencian de los gatos callejeros por su miedo extremo a las personas; un gato callejero, aunque no tenga hogar, suele estar socializado, mientras que el feral no lo está), y refleja una desconexión entre sus redactores y la dinámica real de estas colonias. Puntos problemáticos identificados por las cuidadoras?. Areneros y gestión de higiene?: El Plan propone areneros municipales en zonas públicas, pero ignora que los gatos ferales, por instinto territorial, rara vez los usan si no están perfectamente adaptados a su rutina, lo que genera más suciedad y conflictos vecinales en lugar de resolverlos. En la práctica, esto agrava la “incomprensión vecinal” que el propio documento reconoce como problema crónico.

Retirada de comida tras una hora?: Esta norma es irreal para colonias ferales, donde los gatos comen en horarios irregulares por su comportamiento nocturno/crepuscular y jerarquías sociales; forzar retiradas genera estrés, peleas y hambre, contradiciendo el “bienestar de los diferentes individuos”. Falta de local para postoperatorios/enfermos: Obliga a custodiar gatos en domicilios particulares sin garantías sanitarias ni legales, exponiendo a voluntarias a riesgos (zoonosis, daños materiales) y sobrecarga emocional, cuando el Ayuntamiento retiene la propiedad de los animales. Estos ejemplos demuestran que el Plan prioriza burocracia formal sobre conocimiento felino real, cargando desproporcionadamente a voluntarias sin recursos adecuados.

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