Editorial: No sabemos si es por casualidad o por el destino caprichoso, pero Manacor se ha convertido en una ratonera, que quienes tienen que venir a la ciudad se lo piensan dos veces. El caos es completo, confusión superlativa en las señales que indican el tráfico rodado, nadie sabe por donde ir para llegar al destino establecido. Nunca antes se habían permitido cerrar calles enteras durante muchas horas por temas particulares, sin alternativas para la ocasión. Hay incredulidad entre la población, cada día la apuesta por el colapso es mayor. El responsable de movilidad ha conseguido que los coches estén presentes y se perciban más en todos los rincones de la ciudad. Si la pretensión era humanizar la ciudad, se ha conseguido el efecto contrario. La coincidencia es casi unánime, excepto quienes están convencidos que lo hacen de maravilla, porque hace meses que se taparon las orejas y los ojos. Gestionar el municipio mirando al infinito no es lo adecuado.

Muchas ciudades comarcales pueden compatibilizar zonas peatonales y comerciales, de ocio y ventas, tienen dos núcleos urbanos diferenciados en sus lugares históricos y artísticos, en sus cascos antiguos. Por eso en uno de ellos se disfruta de la estética y la tranquilidad y en el otro se hacen compras. Pero como ocurre en Manacor, que solo hay una zona comercial y peatonal, ambas sumergidas en la misma ubicación, entonces hay que buscar el equilibrio, porque criminalizar la acción del comercio de proximidad, es terminar con el corazón que impulsa y vertebra la vida de una ciudad. Por eso en Manacor se está gestando una zona comercial y de ventas en la carretera de Palma y en el Bulevar del extrarradio, por eso nacen nuevos polígonos de servicios en esa delimitación entre el Hiper Centro y la Residencia y en dirección la Ronda de Felanitx. Los recién llegados no piensan en el centro de Manacor y quienes siempre han estado en el centro buscan alternativas fuera del casco urbano, en las afueras. En pocos años el desierto de Manacor estará en el centro. Como hay que evitarlo, hablar con expertos, informarse de quien sabe.

Si todas las calles y plazas están vacías, será fácil cerrar toda la ciudad al tráfico rodado y a disfrutar de espacios recuperados y libres de humos y bolsas de compra. Sin embargo hay un nuevo pero en todo este desbarajuste y despropósito. Los estadistas municipales están expulsando al comercio general al extrarradio, lo que pasará con el tiempo es que estas zonas que circunvalan Manacor también colapsarán la ciudad, no hay espacio para los servicios que genera una ciudad próspera, capital de comarca y partido judicial. Necesita equipamientos e infraestructuras que no han previsto, y meter todo desde el polígono industrial hasta el Hospital y hasta la gasolinera del cruce a Felanitx es muy complicado, difícil, casi imposible. No hay espacio suficiente. Buscan alternativas en la calle Creuers, inmediaciones de la residencia, fachadas del bulevar y ronda de Felanitx, inmediaciones del polígono industrial, el agroalimentario.

Se necesita un ramal circulatorio que rodee la ciudad, no existe ni en el nuevo Plan General. En el Paseo del Ferrocarril no hay expectativa, un día no muy lejano pasará por allí el tren y nunca se sabe sus características, porque los tranvías de las grandes capitales no salen a lineas abiertas como hacía Artà, Cala Rajada o Cala Millor. Son tecnologías y estéticas diferentes, ser eléctricos agrandan su servidumbre por las catenarias del ferrocarril. Ninguna idea para unir la Academia de Rafa Nadal con el pueblo, el Hipódromo, y otros lugares de concurrencia ciudadana. Ningún parking disuasorio con un alto número de plazas de estacionamiento en las inmediaciones de plaza Madrid o El Serralt. Ausencia de iniciativas para reconvertir los edificios fuera de ordenación en lugares y espacios válidos.