Editorial: Los sanitarios se han enfadado con el Gobierno, han perdido la paciencia, porque no llegan todos los elementos que deben protegerlos y sobre todo el material necesario para la UCI y que necesitan urgente los enfermos más graves. Por ellos no va a quedar, lo darán todo hasta que les quede el último suspiro de fuerza, pero es muy difícil luchar a contracorriente.

Denuncian que podrían haber evitado muchas muertes y cientos de contagios de profesionales si estuviesen bien equipados. Lamentan estar esperando varios días lo que necesitaban hace mucho tiempo.

Otros que también lamentan su grave situación son los empleados de las ambulancias, ellos se consideran y son los brazos y las piernas de los hospitales y clínicas, sin embargo tienen menos equipamientos de defensa y recursos que los médicos y enfermeras. Han comenzado a contarse en este sector las infecciones de manera alarmante.

Han trabajado silenciosos, discretos y desde el mayor anonimato, muy duro sin descanso, pero las bajas los están dejando fuera de servicio. Son tantos que el recambio no llega y se pondrá en peligro los traslados necesarios.

Mientras llegan voces de desconcierto y tristeza se anunció anoche de madrugada que se habían llegado a los 6.000 muertos y los contagiados superaban las 74.000 personas. Una buena noticia era que los que se han curado seguían aumentando y ya habían dejado el Hospital más de 13.000 personas, lo que supone 700 más que hace 12 horas.

Todos saben que el Gobierno y las Comunidades autónomas, privados y particulares se han movilizado para que no falte de nada e incluso que sobren equipos de protección, pero las ganas de verlo, tocarlo y emplearlo se ha convertido en una ansiedad casi enfermiza. Ahora cada uno se apaña como puede.

Las discusiones se suceden entre los políticos, profesionales, ciudadanos, científicos, medios de comunicación, sindicatos, patronal, no es bueno en un momento tan crítico desviarse del objetivo, primero hay que ganar a la pandemia, erradicarla y volver a encontrarnos con nuestras familias y amigos.

Luego vendrá todo lo demás. Comienzan a conocerse familias que no tienen recursos para ir a los centros de alimentación y mucho menos pedir que le llevan a casa el género fiado. Nadie sabe cuando llegarán a sus cuentas bancarias el dinero del ERTE o las ayudas de la administración. Se temen algunos que pase como en Italia y quienes no tengan para comer se tomen la justicia por sus fueros.

Se anuncian 15 días muy duros, extremadamente delicados y entonces se cumplirá un mes del encierro en los domicilios. Todos necesitamos tranquilidad, seguridad y momentos de risas y alegrías. Debemos saber que el esfuerzo supone un agradable amanecer del futuro. Que todo quedará atrás. Queremos certezas, transparencia, que nos miren a los ojos y nos digan la verdad.

No podemos vivir esta situación con humo y magia. Está en juego todo, debemos conocer cuales son las cartas sin malabarismos. Si tenemos que pagar todo lo que viene debemos saber la cuenta final. No podemos perder la salud con el virus y con quienes practican el oscurantismo. Ha llegado el momento de la sinceridad, faltan muchas semanas de penalidades.

La población en el 99% de los casos está cumpliendo el trato que establecimos cuando se promulgó el Estado de Alarma y si la fiesta la vamos a pagar los ciudadanos de este país no se entiende el porque este gobierno tiene miedo a endeudarse.

Se trata de nuestras vidas, del interés general, de salvar a 47 millones de personas, nuestro Gobierno, sus diputados, senadores y demás no van a poner nada de su bolsillo y si Europa nos dice algo, es el momento de mandarlos a la porra y volver a nuestra idiosincrasia, nos jugamos la vida, si no lo entienden está claro que debemos tomar caminos diferentes. Este país y sus gentes es lo mejor que nos ha pasado, debemos levantarnos una vez más y llegar a la meta, nos esperan muchos amaneceres con los nuestros.