Los niños no piensan en economía cuando vienen mal dadas.
Editorial: Los niños/as y jóvenes ante la pandemia del virus asesino están dando sin rechistar una lección de vida y supervivencia a los mayores
Presienten que algo gordo pasa afuera y conocen que de esta se sale, que es provisional, que muchos que han pasado la enfermedad ya están en casa, que la mayoría pasa el trago sin darse cuenta, que hay que tener paciencia.
AGENCIA MANACORNOTICIAS 28/03/2020 - 08:18:39
He notado cuando cuelgo el aparato que los niños/as, y jóvenes, están dando una lección de vida a los adultos. Se mantienen firmes en casa conscientes de lo que pasa, tienen un sexto sentido que está por encima de su inmadurez.

Editorial: Durante el encierro por la Pandemia se han acentuado los contactos entre amigos, familiares, conocidos y demás. Charlamos como nunca desde la distancia, estando cerca o lejos, es igual, las ondas tienen esa magia de la tecnología, siempre parece en la puerta de al lado.

He notado cuando cuelgo el aparato que los niños/as, y jóvenes, están dando una lección de vida a los adultos. Se mantienen firmes en casa conscientes de lo que pasa, tienen un sexto sentido que está por encima de su supuesta inmadurez.

Mientras los niños y niñas se han ido organizando en una rutina necesaria y aconsejable sabemos que el 25% de los infectados más de 15.000 de 60.000 casos son quienes están en la primera línea.

Los niños no piensan en economía cuando vienen mal dadas, estiman más la supervivencia, la salud. Hacen bueno el dicho de que cuando tienes cubiertas las necesidades mínimas e imperiosas primero es la salud, luego el amor y después el dinero.

Esos pequeños/as han cambiado hace años el orden de los factores. Enseñaba un pequeñajo de menos de 10 años por su ventana un cartel “Juntos somos invencibles” y la chica de la Tele le decía si sabía del mensaje que daba, sin pestañear aconsejaba, “si nos quedamos en casa no irá mal, vamos a vencer al bicho, ganaremos todos juntos”.

Emplean las nuevas tecnologías, las redes sociales, todas las fórmulas a su alcance y les cuentan a sus familiares, abuelos/as, amigos, compañeros de clase, lo que está pasando, sin problemas, sin lágrimas, sin tristeza. Les aconsejan como orden suprema estar en casa y en contadas ocasiones rompen el protocolo.

Presienten que algo gordo pasa afuera y conocen que de esta se sale, que es provisional, que muchos que han pasado la enfermedad ya están en casa, que la mayoría pasa el trago sin darse cuenta, que hay que tener paciencia. Que después de la tormenta viene la calma.

Dice el presidente de la Junta de Aragón que a los niños hay que sacarlos de paseo, que corran un poco, que se desfoguen, que estiren las piernas. Que es lo mejor porque ellos/as necesitan la calle aunque sea con la mayor prudencia. Que si no lo hacemos comenzarán los nervios, el malestar, habrá secuelas. Y sin embargo cuando hablas con ellos te dicen sin cambiar de expresión, a su manera, con su lenguaje, que ahora toca estar en casa, ya vendrán los besos, las caricias, los abrazos, el cole, la rutina, las vacaciones, las obligaciones.

Mientras los niños y niñas, jóvenes y chavales siguen a lo suyo con más disciplina que los mayores, en los diarios digitales se solicitan voluntarios para el 112, urgencias, y cualquier profesión de la primera línea. El SOIB pide personal sanitario, socio-sanitario, todo tipo de profesiones y si falta algún curso también. Personal para residencias, clínicas, hospitales, ambulancias. Los buscan con desesperación, y eso que aquí no pasa casi nada si lo comparamos con Madrid, Catalunya, Euskadi, La Rioja, las Castillas, etc.

Mientras los niños y niñas se han ido organizando en una rutina necesaria y aconsejable sabemos que el 25% de los infectados más de 15.000 de 60.000 casos son quienes están en la primera línea, sanitarios, policías, transportistas, sector de la alimentación, bancarios, farmacias, emergencias, personal de limpieza, voluntarios, taxistas, y tantas otras profesiones que lo dan todo por una causa que ha pillado por sorpresa a las administraciones públicas, a sus mandatarios, a los asesores, a quienes deben velar por nosotros.

Los padres y abuelos de esos niños/as pagan religiosamente sus impuestos, la mayoría en voluntaria y domiciliados en las entidades financieras. Y no han protestado cuando se revisa siempre el catastro al alza, se suben los conceptos, las tasas. Todo porque hay que pagar los servicios.

Que se lo cuenten a los/as de la primera línea, a los que mueren en soledad, o a los mayores cerrados en las habitaciones de las residencias sin derecho a visitas de sus familiares. Otro dato simplemente informativo sin más, este asesino virus afecta en el 85% de los casos a los hombres y el 15% a las mujeres. Rafael Gabaldón San Miguel.

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